miércoles, 19 de febrero de 2014

SEDUCCIÓN, ¿POR QUE NOS INTERESA TANTO?. DRA. CASTAÑO (AULA DE SEXUALIDAD)

La seducción ha llegado a nuestros días como un término saturado de connotaciones negativas: como la capacidad de conseguir algo de tipo sexual engañando con arte y maña, o de persuadir suavemente para algo malo. Según el Diccionario de la Real Academia Española, seducir desde el siglo XVIII significa capacidad de gustar, de atraer, persuadir a alguien con promesas o engaños.
&nbsp¿No es frecuente que si se habla de una persona seducida se piense en alguien con una actitud pasiva?
 Si se trata de un niño o una niña estaríamos hablando de algún tipo de abuso y perversión sexual, aunque en el caso de los adultos sigue predominando el mito de don Juan que seduce y engaña a jóvenes inocentes y puras, y la joven atractiva e histriónica que atrae con malas artes a hombres indefensos, como si uno de los dos adultos que interviene en el juego erótico fuese activo y el otro estuviese a expensas de sus caprichos. Pero este término tiene también una acepción creativa en el sentido de atraer la atención de otra persona, cuando dos personas adultas se buscan es porque cada una de ellas da y recibe algo que le gusta, que le interesa, le atrae o lo complementa en un juego de seducción que encierra la promesa de deleite.
 ¿Cuál es el ejemplo básico de la seducción?
 Lo que el psicoanalista Laplanche llama la seducción originaria, cuando el recién nacido responde de forma automática a las expresiones faciales de la madre, es muy interesante observar a la pareja madre-bebé interactuando con todo el cuerpo, con las miradas y los gestos. Más tarde el niño o la niña responde igualmente a esas señales y se pregunta: ¿qué quiere decir mi madre con esa sonrisa? ¿qué me está pidiendo con esa mirada?, y ya de adulto esa misma pregunta se la dirige a la persona que le atrae, o a su pareja, ¿qué me está diciendo con la mirada? Por ejemplo.
 ¿Cuáles son las fases del juego erótico?
 El juego erótico suele desarrollarse de forma única en cada relación pero siempre atraviesa por dos etapas fundamentales.
 ¿Qué experimentamos durante la primera etapa?
 Durante la primera etapa hay un juego de identificaciones ideales, en las que cada uno se aparta de su propia realidad, suele ser una etapa intensa y desestabilizadora porque se agranda y se sobrevalora a la otra persona, es una etapa que se vive como “un sin vivir” con estados de euforia con mucha vitalidad, los dos se sienten extraordinariamente bien tanto a nivel físico como mental. La segunda etapa puede aparecer de manera súbita y desconcertante si se han gastado todas las expectativas y se descubre una persona que no responde en absoluto a la primera etapa, o bien, a medida que la relación va entrando en lo cotidiano, se va descubriendo al otro como alguien más real que no decepciona, integrando su parte ideal y su parte real.
 ¿Se pierde el deseo sexual por la rutina cotidiana?
 La primera etapa de euforia y alta intensidad suele durar un año, a veces incluso más pero siempre acaba evolucionando hacia una sensación de realidad y seguridad, a partir de ese momento se produce una tensión entre la necesidad de seguridad y el deseo de aventura y excitación. Unas parejas viven esa tensión integrando lo ideal y lo real, sin embargo otras, utilizan más la disociación y no consiguen encontrar la pasión del comienzo. La sexualidad va perdiendo espontáneidad y la animalidad que la caracterizaba y va socializándose pero esto no justifica la inhibición del deseo sexual, para que haya una pérdida de deseo sexual se tienen que dar otra serie de factores.





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